Época: Arte carolingio
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Arte carolingio

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

Las iglesias carolingias mostraban en su interior unas riquísimas colecciones de objetos destinados al culto, realizados con materiales nobles que hacían de ellos un verdadero tesoro sagrado. Cálices, relicarios, frontales e imágenes, refulgían con los brillos del oro y la pedrería. Las primeras manifestaciones de estas obras de orfebrería respondían a la tradición merovingia, pero pronto sus formas fueron cambiando para asimilar modelos antiguos de tradición paleocristiana.El altar dorado de San Ambrosio de Milán, realizado por el artista Volvino (Volvinus magister phaber) por encargo del arzobispo Angilberto (824-859), puede ser considerado como un claro ejemplo de la síntesis de las tradiciones del reino franco y de la Italia septentrional, ambas convergentes en la restauración del pasado romano. El frente del altar está centrado por una gran cruz, sobre la que se esculpe un Cristo triunfante y el tetramorfos, rellenándose el resto del frontal por dieciséis recuadros que reproducen un ciclo de escenas sobre la vida de Cristo. Por la parte de atrás, se disponen las figuras del comitente y el orfebre ante San Ambrosio. Los laterales aparecen cubiertos con visiones triunfales de la cruz entre ángeles, evangelistas y profetas. Parece una obra realizada por diferentes manos, seguramente coordinadas por Volvino. Sus figuras denuncian un volumen con cierto sentido de la monumentalidad propio de la plástica antigua que ya hemos apreciado en otro tipo de manifestación artística.Obra similar a ésta debió de ser el altar áureo que Carlos el Calvo ofreció a Saint-Denis, que conocemos a través de reproducciones pictóricas. El sentido de la plasticidad del ara milanesa aparece ya con ciertos recursos manieristas en las tapas del Codex Aureus de San Emerano de Ratisbona, en el que las figuras han sido repujadas con unas estilizadas formas. En relación con esta obra se debían incluir el Ciborio de Arnulfo y la segunda encuadernación del Evangelario Lindau.En el ya clásico corpus de marfiles medievales de Goldschmidt se recogen más de ciento ochenta que corresponden al periodo carolingio. Todos ellos han sido ordenados siguiendo los criterios del arte de la miniatura. Se puede apreciar la influencia del arte paleocristiano y ravenático en obras como las tapas de Salterio Dagulfo, obra ofrendada al papa Adriano I, o la encuadernación de los Evangelios de Lorsch, realizada hacia el 810. En la primera, apreciamos un fuerte volumen en la imagen del David salmodiando, siguiendo prototipos de los marfiles del siglo IV. Un modelado exquisito, elegante, algo más plano, se aprecia en las tapas de Lorsch, ahora el modelo es la Cátedra de Maximiano.Al arte estilizado de la época de Carlos el Calvo habrá que atribuir una obra tan curiosa como la célebre Cátedra de San Pedro, realizada en madera, metal y placas de marfil. Un extraño procedimiento de grabado y excavado con incrustaciones de lámina de oro y pastas de color fue utilizado en placas que representan los trabajos de Hércules. El trono se realizó para la coronación imperial de Carlos el Calvo, después de ésta sería donado por el monarca al pontífice.